Educación popular y perspectiva de género

El Centro Ecuménico Poriajhú, ubicado en Barrio Copello de Capitán Bermúdez, asumió desde los años 90 un compromiso con la educación popular, entendiéndola, como la participación activa del pueblo en la transformación de la realidad.

Hoy,  compartimos la historia de Marita Milagro, como educadora popular, cofundadora de dicho Centro, quien también formó parte de la comisión de la Asociación Civil “Manos Abiertas”, y fue coordinadora  del “Banco Popular de la Buena Fe”, programa de microcréditos solidarios, que dependía del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación y que tuvo vigencia en los años de gobierno kirchneristas.

En esta edición, Marita nos relata cómo surge su opción por la educación popular: “Mi interés por la Educación popular, viene casi, lo que podríamos considerar como contradictorio, desde la educación formal. Porque en el año 76, pleno año de comienzo de dictadura, haciendo el profesorado de enseñanza primaria, había una especialización en educación de adultos y eso me interesaba mucho porque uno trata de tener cada vez más herramientas para aquello que ve que hace falta, ya que mientras colaboraba con el comedor de la parroquia había descubierto que había varios adultos que no sabían leer ni escribir.

Fue así, que cursando el profesorado  empiezo a entender un mundo muy diferente, conociendo la obra de  Paulo Freire, que es quien desarrolló la educación popular en América Latina, que también fue un maestro formal y que después se dedicó a alfabetizar a adultos y ahí fue alfabetizado a sí mismo, como él cuenta en su experiencia”.

En este sentido continúa, “al leer sus libros entendí que la educación popular era esencialmente educación política. Toda educación es política, porque si no libera a la persona de su esclavitud, como podría ser su falta de alfabetización, que lo hace muy vulnerable, entonces, diría yo, que no hay educación, sólo trasmisión de conocimientos”. Paulo Freire afirmaba que sería ingenuo pensar que el opresor va a generar un sistema educativo que libere al educando, porque el oprimido dejaría de trabajar para el dominador, y entonces  de esa educación había que desconfiar. Así entré yo en la educación popular, aplicando esto en las distintas actividades que se me iban presentando”.

El educador popular considera al otro como alguien que viene con una carga de aprendizajes, con una historia, con una experiencia en su comunidad que lo hace muy rico. Paulo Freire dijo: “Nadie educa a nadie. nadie se educa solo. los hombres se educan en comunidad mediatizados por el mundo”.

 “La Educación Popular, muy pronto,  se convirtió en una forma de pensamiento y en una forma de vida para mí. Una forma de estar con otros en el mundo, sabiendo que uno puede enseñar algo y el otro tiene algo para enseñar y entendiendo que todos tenemos que descolonizar el pensamiento para dejar de sostener estas estructuras donde el que está arriba sabe más y nunca se pone en duda lo que dice. Hacen falta muchos educadores populares, en los barrios, en las escuelas, y dar la vuelta a esta lógica de enseñanza-aprendizaje liberadora”, afirmó Marita.

Ya profundizando, especialmente sobre la cuestión de género, la educadora popular y  referente de Porijahú expresó que las luchas  vigentes han hecho tambalear las estructuras del opresor pero que aún son abordajes fragmentados, “ojalá llegue a ser tan fuerte que logre mover las estructuras de forma integral, y esto no es casual, porque los opresores nos hacen fragmentar para debilitarnos”.

Por otra parte, explicó que, “la Educación Popular no concibe que haya oprimidos y opresores por lo tanto no concibe que haya una opresión de un género hacia otro. Eso fue un proceso de descolonización, muy interesante, lo abordó ya Paulo Freire,  ya que al principio eran en su mayoría, varones que iban a los círculos de alfabetización y todo esto llevo tiempo y un proceso integrar a toda la familia. En Poriajhú lo vimos claramente  con la experiencia del Banco Popular de la Buena Fe, donde muchas mujeres descubrieron que podían pensar, que podían hacer, aprender cosas, que lo que sabían valía, que hacían un aporte a la familia, la experiencia del banquito”.

“Sin más, la clave es sentirse sujetos y en este sentido, es que la problemática de género tenga, inevitablemente,  un lugar especial, sobre todo porque aparece en los medios, a los que también hay que poner en cuestión, ya que, a veces, de la manera en que exponen las situaciones, terminan  yendo en contra de lo que es la lucha por la igualdad”.

Para finalizar, Marita reflexionó: La Educación Popular, en primer lugar, nos cuestiona, nos interpela, nos interroga, porque nacimos en una sociedad colonizada  por un pensamiento basado del opresor bajado a nuestras cabezas y teledirigido, y son años y años de bombardeo. Pero, sin dudas,  pone en jaque nuestros pensamientos y el contexto del contenido que nos baja es tan amplio que no da para que una sola persona lo haga y no da para que la academia sola lo haga. La Educación Popular crece y se desarrolla ahí desde el corazoncito del barrio con la presencia de todas, todos y todes. La Educación Popular libera semillas  chiquitas, grandes, grandotas, rosas celestes verdes amarillas,  de todos los colores, que salen al viento, que brotan en muchos lugares y se producen transformaciones y eso es imparable”.

Escuchá a continuación el micro completo: