Santillan: “El único tesoro que tiene el trabajador es su salud”

La ex fábrica ArZinc, bajo el poder de la firma Glencore, fue una de las primeras victimas del gobierno de Mauricio Macri en el cordón industrial cerrando sus puertas a comienzo del 2016 dejando a 530 familias sin sustento. Pero no sólo eso dejó atrás: el pasivo ambiental es alarmante y la preocupación es porque el desmantelamiento no se está realizando de manera higiénica y sustentable.

Se trataba de la única fábrica de lingotes de Zinc puro en el país, entre otras cosas, hoy solamente una estructura, símbolo del paso del neoliberalismo anti-industrial por nuestra región. También emblema de un modelo de producción que muchas veces se lleva adelante aún perjudicando la salud de sus trabajadores y vecinos.

En dialogo con Daniel Santillan, Secretario General de SUTRAQUYP y FESTIQYPRA, Vicepresidente de la Obra Social Químicos y Petroquímicos y ex trabajador de Sulfacid, luego Ar Zinc, recorrimos la historia de esta fábrica emblema del cordón industrial y el por qué de este presente que los encuentra denunciando y organizándose junto con los beltranences para combatir la contaminación.

Santillan nos comenta: “Desde que Glencore se hizo cargo de ArZinc, la fábrica empezó a desarmarse, a venirse abajo. Sabemos que estos empresarios eran cómplices del gobierno de Macri y nunca se interesaron por engrandecer a la industria nacional, todo lo contrario. Nosotros exportábamos un zinc de muy buena calidad a España y Brasil. Pero luego de las políticas del Macrismo, esto ya no pudo hacerse y nos perjudicó hasta el cierre definitivo”.

Pasaron cuatro años desde ese momento y aún hoy se sienten las consecuencias y más específicamente ambientales poniendo en alerta a toda la población de Fray Luis Beltran y la región. Aún así, comenta Santillan era un problema de larga data: “Desde adentro olfateabamos este problema, por decirlo de alguna manera, veíamos cómo nuestra salud se deterioraba al trabajar con un producto altamente contaminante y hemos denunciado arduamente esta situación”.

“Nos decían los zurdos del cordón industrial por denunciar la contaminación ambiental, por llamar a Greenpeace” sostiene el sindicalista. “Nos criticaban porque queríamos cuidar nuestra salud y el ambiente de la ciudad”.

En relación a esa lucha, detalló: “Desde hace tiempo trabajamos con especialistas y hemos intentado abordar la situación de los trabajadores que se han enfermado de cáncer para ver si tenía algo que ver. Nos habían explicado que las patologías adquiridas tienen que ver con el tipo de material con el que se está en contacto. Por ejemplo yo, en mi área trabajaba con arsénico y está demostrado que afecta la estructura osea, problema que hemos visto en varios compañeros ya fallecidos. No pudimos comprobarlo porque no contamos en la zona con laboratorios de alta precisión pero es fácil hacer la asociación”

Por otro lado, expresó: “Ante la peligrosidad de una rotura de caños de ácido o la exposición a materia prima contaminante, entre otras cosas, luchamos para trabajar solamente ocho horas, con dos francos para evitar mayores problemas de salud, sin realizar horas extras”. “Siento que toda esta lucha ha sido vapuleada porque nos señalaban como los culpables de que a la industria le vaya mal, nos decían que no queríamos trabajar. Lo que queríamos era trabajar y no enfermarnos”.

Las consecuencias probablemente estén arraigadas en los cuerpos de los 530 trabajadores, entre obreros (420), administrativos (70) y contratistas, que se quedaron sin sus puestos en 2016. También están enraizadas en un suelo que, según sostienen los especialistas, no debe ser utilizado para nada más que otra fábrica química. La incertidumbre es que, luego del desmantelamiento, se podría instalar un negocio inmobiliario, invitando a gente a vivir en un terreno altamente contaminado.

¿Qué pasa cuando el trabajo no es salud?

La pandemia por Covid-19 aceleró discusiones. Una de ellas es la discusión por los modos de producción y las formas en las que trabajadores de distintos rubros enfrentaban sus tareas y sobretodo, la forma en la que esas formas de producir se relacionaban con un ambiente altamente perjudicado.

La salud es lo primero, se suele decir, pero ¿Qué pasa cuando un trabajador se organiza y repudia las consecuencias a las que se expone por el lugar donde trabaja? Santillan nos comenta: “Fuimos muy criticados cuando en los 90 nos pusimos firmes y denunciamos lo que sufríamos y también como se dañaba el ambiente de la región”.

Y agregó: “Si el Estado hubiera podido responder de la manera que nosotros exigíamos ahora no estaríamos en este problema, pero el gobierno provincial no contaba con las herramientas necesarias para hacer las mediciones del aire o el estudio de suelo” y nos brindó un ejemplo: “Se ordenó la instalación de filtros, pero como no había intenciones de invertir mas dinero, se reutilizaban”.

Santillan reitera que realizaron todas las investigaciones y denuncias correspondientes pero no recibían respuestas y desde algunos sectores de poder les atribuían “estar en contra de las fuentes de trabajo. Nosotros no estamos en contra de nuestros trabajos, simplemente la salud es lo primero”.

En carne propia, Daniel expresó: “Yo trabajaba en un sector llamado Purificación, donde se manipulaba polvo de arsénico que los operarios podían inhalar porque siempre quedaba un remanente”. “Cada tres meses nos hacían análisis para verificar nuestro estado de salud, y nos daba que teníamos un nivel alto de arsénico en sangre. El médico de la empresa me dijo que me pasaba eso porque yo comía mucho pescado, achuras y manzana, cuando yo trabajaba con arsénico puro. No era dulce de leche lo que manipulábamos, eran productos químicos de alta toxicidad”.

En ese sentido le envío un mensaje a la juventud y a los y las trabajadoras del cordón industrial: “Hay que ponerse la bandera de la defensa del ambiente. No tenemos otra casa mas que esta. Se puede trabajar ocho horas, no hace falta hacer horas extras, no hace falta perjudicar nuestra salud”. Y concluyó: “Ayudemos al de al lado, involucremonos, este cordón industrial tiene una historia y no hay que traicionarla”.

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