Homenaje a Cafrune, el hombre que cantó a la esperanza y la rebeldía

“Si el pueblo me la pide la voy a cantar”, dijo Jorge Cafrune respondiendo al público que le pedía que cante “zamba de mi esperanza” cuando corría el año 1978. La canción, prohibida por la dictadura, se había convertido en un himno político para su público. Días después, fallecería tras ser arrollado por una camioneta y se sospechó que fue un asesinato pero el hecho nunca fue investigado. Hoy, tiene un monumento en la ciudad de San Lorenzo.

La profesora de historia y guía turística de la localidad, nos acompañó a repasar la trayectoria del cantautor e intérprete nacido en Jujuy que falleció un día como hoy hace 43 años. Considerado como un representante de la cultura gaucha, no solo en el país, sino también en todo el mundo, el artista se destacó por las canciones que elegía cantar.

“Sus interpretaciones – comenta Yanina – tenían un claro contenido social y posicionamiento político. Estamos hablando de canciones como “El orejano” o “Coplas para el payador perseguido”, que narran la vida del peón de campo y las penurias a las que sobreviven a causa de la explotación de los patrones”,

E historiza: “En los inicios de los años 70, Jorge Cafrune ya era un artista muy reconocido en el país. Formó un dúo con el aquel entonces niño Marito (1960-) con quien grabó discos e hizo varias giras por el país, España y Francia. Al finalizar esta gira, fue convocado para integrar unas comitivas artísticas argentinas que visitaron los Estados Unidos y España. Fue tal el éxito que llegó a radicarse allí por varios años, formando familia con Lourdes López Garzón. Regresa al país en 1977, cuando falleció su padre”.

El artista en su contexto: “Corrían tiempos difíciles en Argentina ya que el gobierno de Isabel Perón había sido derrocado y estaba en manos de la dictadura militar encabezada por Jorge Rafael Videla, que llevaba adelante un control del repertorio y la persecución a los cantores. La cabina de sonido estaba custodiada por un soldado: oficial, suboficial o conscripto. En ese clima, Cafrune volvía al escenario Atahualpa Yupanqui que lo había consagrado en 1962. Así fue que en una de las nueve lunas de enero de 1978, en el palco oficial estaban el gobernador de la provincia General de Brigada Carlos Chasseing, el intendente de Cosquín, Agustín Marcuzzi y el general Lucio Benjamín Menéndez, considerado el principal responsable del “plan sistemático y generalizado de exterminio de la oposición política” aplicado durante la última dictadura cívico y militar (1976-1983)”.

Cafrune desafió a las autoridades y a la censura animándose a cantar “El orejano”, himno rebelde de las juventud de los sesenta y en determinado momento de la noche, el público empezó a pedir “Zamba de mi esperanza”. Años mas tarde comentaría su hija Yamila: “La zamba de mi esperanza” fue objeto de la censura por llevar la palabra esperanza en su título. Aunque el origen de la canción dista mucho de tener un lei motiv social o político. Era una canción filosófica de amor: “Zamba de mi esperanza amanecida como un querer/sueño, sueño del alma/que a veces muere sin florecer”.

“Esa noche del 24 de enero de 1978, Cafrune y el público le estaban dando otro significado a ese himno colectivo. Fue cuando la platea empezó a pedirle “Zamba de mi esperanza”, que en un gesto chúcaro y de libertad advirtió a los organizadores: “Aunque no está en el repertorio autorizado, si mi pueblo me la pide, la voy a cantar”. A partir de esto, la investigadora Jimena Néspolo, en su libro ¿Quién mató a Cafrune?, sugiere que esa actuación en Cosquín fue como una sentencia de muerte para Cafrune”, comenta la docente.

Y agrega: “La hipótesis se traza a partir del testimonio de Teresa Celia Meschiatti, secuestrada en setiembre de 1976 en Córdoba y sobreviviente del campo de detención conocido como La Perla. El testimonio de Meschiatti es que que estuvo presente en Cosquín junto a otros detenidos de la Perla. Los militares llevaron a varias mujeres secuestradas para pasar desapercibidos entre el público del festival y “marcar” gente. Y cuando lo escuchan cantar a Cafrune, entre los militares comenta: “Está cantando Cafrune y está cantando cosas prohibidas”. “A este hay que matarlo porque no podemos dejar que esto se expanda”.

Reflexionando, Gómez sostiene: “Claramente el contenido político de buena parte del repertorio de Cafrune, el magnetismo que ejercía su figura entre la juventud de la época, su conocida adhesión al peronismo y esa frase que se le atribuye a López Rega en el 73: “Cafrune es más peligroso con una guitarra que un ejército con armas”, era una señal de alarma para la dictadura militar. Nadie imaginaba que esa sería la última actuación de Jorge Cafrune en Cosquín”.

El Turco volvió a Buenos Aires para preparar lo que sería una gira a caballo que había planificado llegar hasta Yapeyú, (Corrientes) en homenaje al General San Martín en el año del bicentenario de su nacimiento El 31 de enero, Cafrune emprende la primera etapa del viaje a caballo saliendo desde la Plaza de Mayo. Les gana la noche cuando a la altura de localidad bonaerense de Benavídez son embestidos por una camioneta A raíz del impacto, Cafrune sufre la fractura de varias costillas, golpes en la cabeza y el tórax. Es asistido en una sala de primeros auxilios. Luego lo trasladan al Hospital Municipal de Tigre, pero muere en el camino.

El accidente de Jorge Cafrune genera dudas y empieza a crecer el mito del asesinato. La investigadora Jimena Néspolo asegura: “Fue una muerte política, y no un mero accidente de tránsito. Sabemos que el gobierno militar tenía la costumbre de encubrir asesinatos planificados, haciéndolos pasar por accidentes”. La causa nunca prospero, sobre todo porque para la familia de Cafrune las pruebas no resultan tan contundentes, ya que confían en la versión del accidente. Ya no hay testigos, de los que aseguraban que se trataba de un atentado.

La causa en un principio fue caratulada como “muerte en accidente”. El conductor de la camioneta Héctor Emilio Díaz, un joven de 19 años que iba a borracho y sin luces, se entregó al otro día del accidente, acompañado por su padre que años anteriores había realizado trabajos para el Ministerio de Bienestar Social dirigido por López Rega. No se tomó en cuenta que huyó del lugar de la escena. Al ser menor de edad fue absuelto, luego que declarara que los caballos iban sobre la ruta. La muerte absurda al costado del camino y en plena madurez artística dejó al ambiente folclórico huérfano de uno de sus cantores más populares y valientes de la época. Es un golpe indirecto a cantores sociales como Horacio Guarany y Mercedes Sosa, su ahijada artística, que se exiliará un año después.

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